domingo, 30 de mayo de 2010

El buen juego, siempre


El sábado pasado, mi tendencia asidua hacia los canales deportivos me llevó a ver la final de la Heineken Cup, que sería la Champions League del rugby. Aclaro que jamás se me ocurriría jugar a este deporte oligarca, pero también debo admitir que observarlo me produce mucho placer. Y todavía más placer me dio descubrir que la eterna dicotomía entre el juego vistoso y juego defensivo (llámeselo Bilardo vs Menotti, Barça vs Inter, etc) se da también en este deporte (y me aventuro a pensar que también en el resto de los deportes que se juegan en equipos, aunque no lo podría demostrar).
Lo que vi fue lo siguiente: un equipo vestido de negro, el Tolouse, que apostaba a la tenencia de la ovalada y al juego de los backs (la mitad del equipo más esbelta y ágil) contra otro ataviado con la bandera del País Vasco, el Biarritz, que jugaba a reventarla y a empujar con los forwards (los componentes gordos del team).
Frente a este cuadro de situación, comencé a hinchar por los primeros, seguro de ser consecuente con mi ideología futbolera (¿de vida?). El triunfo de "mi" equipo por 21 a 19 me alegró la tarde, y lo sentí como una revancha de las Fuerzas del Bien ante la afrenta del maldito Inter y sus logros mañosos y mezquinos en el fútbol europeo.

jueves, 27 de mayo de 2010

Lost, ni más ni menos

En una clase de filosofía del CBC, mi profesor, el dudoso Tomás Abraham dijo "hay que estar muy enojado para ponerse a escribir algo". Se refería, ¿cúando no? a Nieztsche. Yo decido salir de mi exilio verbal, justamente, por la ira que despertó en mí la cantidad de huevadas que hay que escuchar sobre el final de Lost.
En principio, es preciso decir que dicho final dividió completamente las aguas: hay quienes lo odian y quienes lo aman. Llamaré al primer grupo los mercantiles. Son aquellos que le achacan a Lost la falta de respuestas, son Jack. Son aquellos que que son incapaces de pensar la realidad, de increparla, pero alzan su grito de furia cuando una serie televisiva no explica exhaustivamente su propia realidad.
Lost, en sus seis temporadas, hizo un culto de la no-explicación, del bache, de la laguna. Evidentemente, si todo fuera resuelto, no sería Lost. El final debe estar integrado a la construcción de la obra. Los que se quejan no piden un buen final, piden un epílogo. Quieren ver a los guionistas en pantalla decir: "La isla es el infierno y están todos muertos". De hecho, Richard lo dice en un momento. Los que se quieran quedar tranquilos, vean ese episodio y váyanse a dormir.
La simplificación más simple, y más difundida en estos días es la siguiente: "estaban todos muertos". Voy a intentar dar mi visión sobre el tema:
En la sexta temporada hay dos historias paralelas: a) la de siempre, en la isla, y b) una dimensión paralela, qué pasaría si... (la isla no hubiese existido).
Evidentemente, el ciclo histórico "a" no puede ser puesto en duda (aunque después volveré sobre este tema), es lo que sucede, lo que existe (llamarlo real sería denostar la construcción narrativa de Lost). Lo que se intenta dilucidar es qué carajo es "b". Primero, hay intentar ubicarla en el tiempo, para entender que no tiene tiempo.
Antes de entrar a la iglesia, Hugo le dice a Ben "fuiste un buen número dos" y Ben le responde con un elogio análogo. Es decir, que Hugo y Ben continuaron viviendo en la isla luego del fin del relato de a. El relato de a no culmina con el fin de la isla (con su explicación, que sería lo mismo), sino que narra el fin de Jack. La vida sigue, un avión se llevó a Sawyer, Kate, Lapidus, Miles y Claire; ¿qué sucedió con ellos? Nunca lo sabremos. ¿Y Desmond? Tampoco lo sabremos. Aquí se termina nuestro relato, en un punto arbitrario (¿cuándo no?), el resto es historia.
Volviendo a b: queda claro que b no es la consecuencia inmediatamente posterior de a. Por el contrario, no pueden ser relacionados en términos temporales. Cuando Jack le pregunta a su papá si están todos muertos, éste dice algo así como "todos mueren tarde o temprano". No dice "sí, son todos fiambres". De hecho, Ben elige no irse con ellos, elige not to let go. Elige quedarse en esta realidad, inventada por ellos, pero no por ello menos real que la otra. Por el contrario, los otros personajes asumen que su historia terminó, que se acabó la ficción, deciden asumir su condición de reales y partir.
Puede ser que el mundo b sea la muerte. Pero sería la muerte no en un sentido cronológico (es decir, lo que sucede a la vida) sino en uno mucho más profundo: el potencial. Es la muerte como concepto transversal a la vida, que se encuentra en cada aspecto de ella. En este realidad (¿de muerte potencial?) los personajes saben qué sucedió en sus vidas, aún cuando el relato no nos las muestre.
Para finalizar, quiero volver a esa parte donde escribí: "el ciclo histórico "a" no puede ser puesto en duda (aunque después volveré sobre este tema), es lo que sucede, lo que existe (llamarlo real sería denostar la construcción narrativa de Lost)". Esta "no-puesta en duda" la sostuve con fines únicamente epistemológicos. Claramente, todo en Lost puede, y debe ser puesto en duda. De hecho, Daniel Link sostiene que la historia termina con la explosión de la bomba de hidrógeno al final de la quinta temporada, el resto es relato. Un relato enfermizo y megalómano que se niega a dejar de existir, y que de hecho no dejará de existir porque ya es parte de la historia.

domingo, 16 de mayo de 2010

Argentina abraza a Argentina

Siempre me cayeron bien los muchachos que reparten abrazos gratis por el centro, aunque debo admitir que nunca me animé a dejarme envolver en sus amables brazos. De hecho, creo que el abrazo es una conducta maravillosa y necesaria.
Sin embargo, el abrazo siempre es efímero, siempre termina. Es un arma humana, falible, es una ilusión.
"Argentina abraza a Argentina" es una ilusión: "que todos los argentinos tengan algo para comer por un día".
El hambre no tiene tiempo, es una condición. Comer por un día no significa no tener hambre. Un abrazo no soluciona nada.