martes, 20 de abril de 2010

Nuestro fútbol

En los últimos días trascendió en los medios que Esteban "el bichi" Fuertes, goleador histórico de Colón, junto a sus coequippers le dijeron cuanto insulto racista se les viniera a la cabeza a Breyner Bonilla, jugador colombiano de Boca. "Volvéte a Africa, negro de mierda" y demás comentarios soeces fueron escupidos por los jugadores del club santafesino.
Me pregunto: ¿es raro esto? Martín Souto, periodista defensor de la violencia en el fútbol (recuerden "El aguante") dice que sí, que esto es una situación extraordinaria. Yo opino que no, que esto es moneda corriente en el fútbol argentino.
Mucho se habla de la violencia que circunda al fútbol fuera del campo de juego (apriete de las barras a los jugadores, batallas campales, cuchillazos, asesinatos) pero siempre se habla de "grupos marginales", de que esos "no son los hinchas verdaderos". Cualquiera que vaya a la cancha sabe que la violencia está en todos los niveles sociales y geográficos de la fauna futbolera. La violencia no es sólo cagarse a trompadas, sino también está en el plateísta que putea a los jugadores o hace la famosa seña del dedo en el culo hacia la hinchada rival.
Y también la violencia está en el campo de juego. Ya nos acostumbramos a que en el ámbito del fútbol estén permitidos todo tipo de manifestaciones racistas, xenófobas y homofóbicas, y los jugadores no las eluden. Hoy los jugadores son unos fachos, vigilantes (nunca escapan a la posibilidad de pedir amarilla al contrario), mentirosos (simulan, exageran, reclaman) y ventajeros (hacen tiempo, esconden la pelota en el córner). Rompen con cualquier tipo de código de convivencia social, pero se sustentan en un viejo mito de que "en la cancha vale todo".
La violencia nunca es un hecho aislado, hay un sistema cultural que lo sostiene, y no sólo la complicidad de la policía, que no es más que una barra como cualquier otra.

jueves, 15 de abril de 2010

The Robber

2010, Der Räuber, Benjamin Heisenberg.
The Robber es una película placentera a la vista, pero disgustante al cerebro (decir "al alma" queda mejor, pero atenta contra mis preceptos ideológicos). Narra la historia (verídica) de un maratonista ladrón de bancos compulsivo. El film comienza con el fin de su cautiverio carcelario, que aprovechó para entrenarse, y el comienzo de su nueva vida. Resulta ser la revelación del atletismo austríaco, ganando la maratón de Viena, pero continúa con sus andanzas, de las que suele salir ileso gracias a su astucia y a su capacidad física.
Si bien tiene planos y secuencias verdaderamente bellos, en especial en los que corre (sobre todo el de la maratón de montaña en el que se ven a los corredores de noche con lucecitas en la cabeza fuera de foco), pero el relato en sí es ultra convencional y banal.
En principio, se presenta a un personaje inexpresivo e inexplicable en sus acciones, típico de lo que en la facultad me enseñaron que es es "cine moderno" (también me enseñaron que este tipo de carácter más fiel a la realidad, cosa que me cuesta creer) que se inserta en un relato clásico del criminal que muere en su ley, y se arrepiente al final, con lágrimas incluidas. De hecho, el final es lo que más me molesta, porque resulta mojigato y moralizante, planteando un arrepentimiento en disonancia con la construcción previa del personaje (insensible y desinteresado, sobre todo en lo que a cuestiones éticas respecta).
Esto es algo que me pasa con muchas pelis: no entiendo cuál es la necesidad de que siempre gane el bien (encarnado en la policía, obvio). Es como si el film intentara transgredir alguna norma del canon, pero al final se asustara y pusiera todo en su lugar. El que se arrepiente no es sólo el personaje, es la película entera, que no se anima a llegar hasta el final de sus posibilidades (que a medida que avanza el relata, se van estrechando).
De todos modos, queda como anécdota el hecho de que la puntué como "buena" para el Premio del Público. Mis amigos me preguntaron porqué, mi respuesta: "por lo menos me entretuvo, algo es algo".

lunes, 5 de abril de 2010

Avisos fúnebres


En días de zozobra, La Máquina Significante recuerda a su fallecida amiga, la vieja y querida Máquina de River

domingo, 4 de abril de 2010

Meando fuera del tarro

Durante todo el fin de semana, los espectadores del Fútbol Para Todos tuvimos que ser testigos de una propaganda en la que se recrea lo que sería la vida en Malvinas luego de la futura (e imposible) declaración de soberanía argentina. Se intercalan imágenes de una mañana en las Islas, con otras de niños con banderas argentinas, mientras escuchamos un supuesto programa de radio que presenta un tema de León Gieco y otro de los Beatles, para los kelpers. Y, todo por el mismo precio, el slogan final: algo así como "este es el sueño que tenemos para Malvinas, y conseguirlo en paz es la mejor manera de recordar a los caídos".
Verdaderamente no entiendo cómo esa puede ser la mejor manera de honrar a los caídos. Querría decir que su muerte tuvo algún sentido, cuando en verdad no hubo tal cosa. El único sentido de la muerte de aquellos pibes fue la locura de un general borracho al mando de un gobierno en decadencia, y la complacencia de una sociedad estúpida. Sinceramente, nunca entendí la razón por la cual las Malvinas deberían ser argentinas: nunca vivió allí un argentino, nunca hubo soberanía allí (es decir, no nos la arrebataron) y, sobre todo, sus habitantes quieren ser ingleses. Es decir, ni siquiera hay un movimiento independentista que pueda, por lo menos, justificar, los intereses argentinos en la isla. Es como si quisiéramos reclamar Uruguay (es más, tendríamos más derecho, porque alguna vez perteneció a Argentina).
Decir que las Malvinas son argentinas es un discurso de la Dictadura Militar. La única razón por la que se disputa esta porción de tierra es la cantidad de petroleo que allí se ubica.
Los discursos patrioteros me tienen las pelotas llenas.

viernes, 2 de abril de 2010

Avanti!


La Máquina Significante saluda a su amiga y cófrade, La Máquina de Dios, y comparte con ella la indignación que supone que uno de los proyectos más osados de la ciencia lleve la palabra "Dios" en su nombre.

jueves, 1 de abril de 2010

Replanteo

Expertos en animación e historiadores determinaron que esta sería la verdadera cara de Jesús. ¡A reimprimir las estampitas!