Me pregunto: ¿es raro esto? Martín Souto, periodista defensor de la violencia en el fútbol (recuerden "El aguante") dice que sí, que esto es una situación extraordinaria. Yo opino que no, que esto es moneda corriente en el fútbol argentino.
Mucho se habla de la violencia que circunda al fútbol fuera del campo de juego (apriete de las barras a los jugadores, batallas campales, cuchillazos, asesinatos) pero siempre se habla de "grupos marginales", de que esos "no son los hinchas verdaderos". Cualquiera que vaya a la cancha sabe que la violencia está en todos los niveles sociales y geográficos de la fauna futbolera. La violencia no es sólo cagarse a trompadas, sino también está en el plateísta que putea a los jugadores o hace la famosa seña del dedo en el culo hacia la hinchada rival.
Y también la violencia está en el campo de juego. Ya nos acostumbramos a que en el ámbito del fútbol estén permitidos todo tipo de manifestaciones racistas, xenófobas y homofóbicas, y los jugadores no las eluden. Hoy los jugadores son unos fachos, vigilantes (nunca escapan a la posibilidad de pedir amarilla al contrario), mentirosos (simulan, exageran, reclaman) y ventajeros (hacen tiempo, esconden la pelota en el córner). Rompen con cualquier tipo de código de convivencia social, pero se sustentan en un viejo mito de que "en la cancha vale todo".
La violencia nunca es un hecho aislado, hay un sistema cultural que lo sostiene, y no sólo la complicidad de la policía, que no es más que una barra como cualquier otra.
Mucho se habla de la violencia que circunda al fútbol fuera del campo de juego (apriete de las barras a los jugadores, batallas campales, cuchillazos, asesinatos) pero siempre se habla de "grupos marginales", de que esos "no son los hinchas verdaderos". Cualquiera que vaya a la cancha sabe que la violencia está en todos los niveles sociales y geográficos de la fauna futbolera. La violencia no es sólo cagarse a trompadas, sino también está en el plateísta que putea a los jugadores o hace la famosa seña del dedo en el culo hacia la hinchada rival.
Y también la violencia está en el campo de juego. Ya nos acostumbramos a que en el ámbito del fútbol estén permitidos todo tipo de manifestaciones racistas, xenófobas y homofóbicas, y los jugadores no las eluden. Hoy los jugadores son unos fachos, vigilantes (nunca escapan a la posibilidad de pedir amarilla al contrario), mentirosos (simulan, exageran, reclaman) y ventajeros (hacen tiempo, esconden la pelota en el córner). Rompen con cualquier tipo de código de convivencia social, pero se sustentan en un viejo mito de que "en la cancha vale todo".
La violencia nunca es un hecho aislado, hay un sistema cultural que lo sostiene, y no sólo la complicidad de la policía, que no es más que una barra como cualquier otra.
"Y ENCIMA SE MUEREN DE HAMBRE!"
ResponderEliminarViolencia es mentir.
ResponderEliminarInteresante blog, señor. Lo felicito por acertados planteos.
Volveré a pasar
Saludos!
Coincido. Pero agregaría que la patada de Bonilla debe considerarse como violencia progresiva(?).
ResponderEliminarimaginate un partido filmado por haneke
ResponderEliminarSouto no me cae bien. El aguante es una cultura. Es ascenso. Yo pensaba: si hacés un documental de Excursio, tenés que contar cómo le robaron el telón a Cole? Si lo hacés, es incitar y fomentar la violencia?
ResponderEliminarEs difícil, es así el ascenso. Si les gusta ser barras, van a ser barras. Es una realidad, El aguante eran retazos de color de la salvajada.