domingo, 30 de mayo de 2010

El buen juego, siempre


El sábado pasado, mi tendencia asidua hacia los canales deportivos me llevó a ver la final de la Heineken Cup, que sería la Champions League del rugby. Aclaro que jamás se me ocurriría jugar a este deporte oligarca, pero también debo admitir que observarlo me produce mucho placer. Y todavía más placer me dio descubrir que la eterna dicotomía entre el juego vistoso y juego defensivo (llámeselo Bilardo vs Menotti, Barça vs Inter, etc) se da también en este deporte (y me aventuro a pensar que también en el resto de los deportes que se juegan en equipos, aunque no lo podría demostrar).
Lo que vi fue lo siguiente: un equipo vestido de negro, el Tolouse, que apostaba a la tenencia de la ovalada y al juego de los backs (la mitad del equipo más esbelta y ágil) contra otro ataviado con la bandera del País Vasco, el Biarritz, que jugaba a reventarla y a empujar con los forwards (los componentes gordos del team).
Frente a este cuadro de situación, comencé a hinchar por los primeros, seguro de ser consecuente con mi ideología futbolera (¿de vida?). El triunfo de "mi" equipo por 21 a 19 me alegró la tarde, y lo sentí como una revancha de las Fuerzas del Bien ante la afrenta del maldito Inter y sus logros mañosos y mezquinos en el fútbol europeo.

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