En la vida hay momentos que, según dicen, nos ayudan a crecer como personas y que, para mí, son espantosos. Esta es una de esas ocasiones: es momento de retractarme.
Me pasé el verano argumentando contra ese frankenstein mundial que es Lost. Ayer no pude evitar ceder a la tentación y comencé a ver la temporada 5. Vale alcarar que seguí la serie hasta la 4 hasta que me revelé a ese sistema cruel de suspenso gratuito e irracionalidad demente y logré desprenderme de la adicción. Sin embargo, el ocio me empujó de vuelta y, a decir verdad, lo estoy disfrutando
Siempre le critiqué su narrativa pedorra, y ahora descubro que, en verdad es bastante original. Es cierto, de todos modos, que hace agua en ciertas cosas, ya que todo este quilombo del tiempo genera incongruencias con las temporadas anteriores (por ejemplo, si Jin se le aparece a Rousseau ni bien llega a la isla, lo debería haber reconocido en el "presente" de las temporadas anteriores). De todos modos, se lo perdono.
Me había olvidado del placer de ver a un personaje tan bien construido como Benjamin Linus (lejos, mi favorito). Aunque también me siguen enervando Jack y Kate con sus estupideces típicas de héroes típicos de una serie típica. También me encanta el mecanismo narrativo de entrelazamiento constante, y el desarrollo de múltiples historias cuasi-paralelas. Es cierto, muchas veces deriva en el concepto religioso de "destino", pero está bien, es una serie y no se le puede pedir más que entretenimiento masturbatorio, y Lost me lo brinda a granel. ¡Que viva!
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